Las mismas razones
(para celebrar mis sesenta y dos)
"No encontrarás trabas
en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo".
(Konstantino Cavafis,
Ítaca)
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Rayda Guzmán, Naufragios, 2019 |
Reservo un instante en este ciclo solar para pensar en lo que he vivido y si acaso he podido aprender algo que quiera compartir, pues no siempre lo que aprendemos es digno de tanto.
Con sesenta y uno se inició un ciclo extraño en el que he
sentido un ligero murmullo malicioso que ha querido llevarme a la inacción. No
obstante, he sido prudente y antes de asustarme por nada, me he detenido a
escuchar. Este murmullo arrastraba muchas voces que retrasaban el futuro con un
terror espantoso y querían ahuyentar a la vida con números y probabilidades. No
era fácil no sentir miedo, no era fácil quedarse sola frente al espejo sin
saber si pronto o tarde saldría la carta de El Colgado.
Es tiempo de agradecer todo lo que esas semillas alguna vez
esparcidas nos han dado como frutos añejos. Es cierto que muchos de esos frutos
no fueron recogidos a tiempo y que al podrirse sobre la tierra contribuyeron a
hacer más rico el suelo y más fuerte la planta. Ahora esos frutos son hermosos
y hablan de cálidas tardes en las que el turquesa del mar me baña sin importar
siquiera si hay algún mar cerca. Me dicen que mis mejores y más tiernos afectos
están aquí conmigo sin que ellos tengan que saberme hacer sentir su presencia.
Hay besos y caricias que con sólo una mirada encuentran mí su lugar natural.
Siempre hay que agradecer, pero, no vale la pena hacerlo sin
contenido, tampoco es imprescindible hacerlo siempre especificando el porqué y
a qué o a quién está dirigido porque el agradecimiento es una actitud frente a
nosotros mismos. Hemos de ver nuestras manos y agradecer que están ahí para
sujetarnos al mundo, nuestros ojos para mirar y cada una de las partes de
nuestro cuerpo para conformar el ser que somos. Y una vez que nos hemos acostumbrado
a llevarlo por dentro, el mundo entero gira a su alrededor, aprendemos entonces
a hacer sentir a los demás agradecidos con lo que son.
Por eso, en esta fiesta a la que invito a todos los amigos
bellos, el banquete está a nuestro abasto, será, como siempre, una fiesta en la
que podemos decir, con razón, lo poco interesados que estamos en permanecer en
suspenso, pese a las condiciones que nos impone el mundo exterior.
Hoy celebro y agradezco que puedas leer esto conmigo y
celebrar lo mismo por las mismas razones, eso quiere decir que hemos sabido
mantener elevado el pensamiento, como nos recordaba Kosntantino.
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