Vivir sin Filosofía
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Un mundo sin filosofía es inconcebible por antinatural. Una de las primeras actividades complejas y gratificantes que aprendió el ser humano después de la religión y el arte, fue la filosofía. Y aunque se crea que esto no era importante para nuestra especie, el hecho de poder reflexionar, pensar en posibilidades imposibles y remotas provocó un milagro: ya no se ocuparía sólo de cosas inmediatas sino que también probaría la sensación del largo plazo, de lo que no se podía alcanzar ahora pero que a fuerza de un trazo seguro sobre el futuro podía dibujar la esperanza. Como por arte de magia su vida se estiró y dejó de ser inmediatista y efímera para convertirse en algo más, una vida lanzada al futuro, al proyecto. Dicho esto, vivir sin filosofía implica vivir en el presente absoluto, cosa que se ha puesto de moda a partir de una malísima interpretación del ‘vive el presente’, ‘vive el día a día’. Vivir el presente es la cosa más loca que he escuchado