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Mostrando entradas de octubre, 2012

Narrador narrado

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  “Bíaha nau zev nau chachamu bamalla tacirupeca…” Anónimo “Para conocerse, hace falta poder imaginarse.” G. Rodari, Gramática de la fantasía   Este inicio de historia me deparó momentos maravillosos en mi tierna adolescencia. Era absolutamente singular el efecto que producía: risa, asombro y curiosidad. Lo último se entendía por la posibilidad de que pudiera acabar el cuento de La caperucita Roja con pelos y señales pero al revés. Era todo un reto para mí y mis desocupados amigos. Lo bueno, es que entre todos lo intentamos ¡y lo logramos, más de una vez!   Esta anécdota tiene que ver con el continuo presente de esta historia para mí y que he descubierto común a mis congéneres: ¡a todos nos gustan las historias! El gusto por ellas viene, por una parte de la participación que podamos tener, y por otra, del reto que supone para la memoria ir poco a poco apuntalando el edificio que se alza delante de nosotros. Vamos escuchando, y a la vez vamos transformando l

Del fracaso y otras sediciones.

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“Y sin embargo, nos empeñamos en mantenernos vivos tanto como podamos, igual que los niños que hinchan sus pompas de jabón hasta el límite, a ún sabiendo que van a estallar.” A. Schopenhauer   No conozco a nadie a quien le guste el fracaso, de hecho creo que todos nos pasamos la vida evitándolo. El fracaso en una relación, en un proyecto, en una prueba, nos confronta contra nosotros mismos. El fracaso toca una fibra que no toca su opuesto: el éxito. Quizá por eso valdría la pena pensar un poco sobre este asunto. El fracaso está ahí, no hay que darle vueltas. He leído muchas posturas sobre el fracaso, posturas que vienen de la filosofía y que están hermanadas con el pesimismo, especialmente el schopenhaueriano. Este pesimismo del que podemos encontrar múltiples versiones e interpretaciones sostiene que ser feliz consiste en comprender la miseria que nos toca, o al menos así lo entiendo yo. Sé que soy reduccionista, pero trataré de mostrar cuál es el uso actual que se

La política de lo cotidiano

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  “Son las horas más silenciosas las que anuncian la tempestad. Pensamientos con pies de paloma dirigen al mundo” Friedrich Nietzsche   Muchas personas, entre las que me incluyo, nos metemos poco en aguas políticas. No nos verán militando en ningún partido, aunque en circunstancias muy especiales seamos capaces de defender una ideología, candidato o posición frente a la necesidad. En muchos casos se nos llaman apolíticas , en otros somos sencillamente invisibles. Las personas apolíticas   no existen y las invisibles tampoco. Por ello, habría que hacer una reivindicación de todas aquellas personas que durante años se mantuvieron al margen y que, aún así, estaban manifestando una posición y haciendo política sin ruido. El ser humano es un −como dijo Aristóteles−   zoon politikón , un animal político. Ser político quería decir entonces pertenecer a la polis , o sea a la ciudad. El ser   humano vive de forma gregaria porque allí es donde ha descubierto que puede hacer fr

El rédito de la miseria

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Ayer fue un día hermoso. La ilusión nos despertó a todos, a los que seguían un camino y a los que se dejan arrear. Unos con trajes de estrellas, otros vestidos del color de la sangre. Pero , entre unos y otros relucía la esperanza, porque unos y otros son hijos de la misma madre, de la misma tierra que los vio crecer. La carencia o menesterosidad tan conocida por los griegos como ananké siempre estuvo ahí para ayudar a moldear el destino de los humanos.   La tradición clásica dice que la ananké es la madre de las tres moiras que son las diosas que tejen el destino de los hombres: una teje el hilo de la vida, otra lo mide y la última lo corta. Ananké (la necesidad)   es una divinidad primigenia autoformada que junto con Cronos (el tiempo) rodearon el huevo primigenio y lo dividieron en sus partes: agua, cielo, tierra.   ¿Por qué recuerdo esto? Porque los mitos nos ayudan a entender la realidad   ya que juegan con el orden simbólico.   El discurso del (de nuevo y por 20 años

Sobre la reconciliación

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En estos momentos los ánimos están caldeados y a la vez esperanzados. Por todas partes la gente se reúne, protesta. Las masas que no tienen porqué ser silenciosas ni anónimas toman conciencia de que el camino no es el enfrentamiento sino la reconciliación (véase las recientes protestas en España, y el proceso cívico de apoyo a los candidatos presidenciales en Venezuela).   La etimología de la palabra nos recuerda que se trata de hacer volver a alguien a la reunión, al ‘concilio’. El DRAE dice que reconciliar es: 1. Volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos; 2. Restituir al gremio de la Iglesia a alguien que se había separado de sus doctrinas ; 3. Oír una breve o ligera confesión; 4. Bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado; 5. Confesarse, de algunas culpas ligeras u olvidadas en otra confesión que se acaba de hacer; 6. Confesarse, especialmente de manera breve o de culpas ligeras. Como vemos su significado parece estar unido a lo tra