En honor al azul



Quiénes gritaron de alegría
cuando nació el color azul?
Pablo Neruda, El libro de las preguntas



Acotado (2016) Técnica mixta. Rayda Guzmán
Todos tenemos un color favorito, a unos nos gusta el rojo a otros el verde, algún rarito dirá amarillo y así hasta que se nos agote el círculo cromático. Pero, alguna cosa es segura: a todos nos gusta el azul o por lo menos no nos disgusta.


Pensar en los colores y el papel que juegan en la cotidianidad, debería ser una tarea diaria, pero no lo es. La sugeriría como una forma de desarrollar la conciencia para relacionarla con el mundo, porque ver los colores y ser conscientes del papel que juegan es, definitivamente, una manera de afinar la percepción. 


Ahora invito a pensar en el azul. ¿Dónde está ese azul que ahora aparece en la mente? En principio no se puede evitar ver hacia el cielo y buscarlo. Sentir la sensación que eso provoca, recordar algún día despejado y la alegría que ha producido haber estado arropados por ese azul, un azul celeste que da confianza y anima. Este azul es el telón perfecto para la alegría, se esté caminando por la montaña o reposando en la playa. No se podría representar la alegría sin azul, pero tampoco la serenidad.

El azul de la serenidad ya no es tan vibrante, es un azul que los pintores llaman cobalto, es un tono opaco, no oscuro, más  bien discreto, es uno que recuerda la lejanía, impone una distancia a la vista, no quiere la inmediatez y no necesita que se actúe para él, no necesita ni alegría ni tristeza, indica al espíritu que es hora de mirar desde otra perspectiva aquello que está ahí, a la mano. No es como el azul de la noche, por ejemplo que lleva a la curiosidad.

Este azul nocturno es como un azul de prusia, con un tono que verdea, que no puede ser descrito sino a la luz de las estrellas o del ocaso. Entonces, aparece la curiosidad de saber qué yace detrás de ese azul: ¿si se quitara quedaría el cielo verde, amarillo, gris, o totalmente negro? La mirada se dirige al firmamento en búsqueda de lo desconocido, quizá es por eso que algunos lo llaman azul cosmos, porque suscita preguntas que llevan hacía un lugar que no está en esta tierra, si no más allá, en dónde vaga la curiosidad por las cosas imposibles, distinto del azul de la fantasía.

El azul de lo fantástico es el que más desorienta, es como comer un alimento azul que provoca diversión cuando eres joven y desconfianza cuando eres adulto (hay que hacer la prueba). Es el azul de los cuentos de hada, de la imaginación, un poco más claro que el del cielo vibrante, sin ninguna opacidad como el cobalto lejano, y con toda la luz que se le ha negado a la noche. Es el que se ve cuando se piensa, cuando se busca una idea, porque evoca la inocencia necesaria para crear, para experimentar, para probar.

Se podría hacer una lista interminable de azules, y así recordar capítulos enteros de la vida en el que éste era el protagonista: el azul del vestido de una muñeca, el azul de los vaqueros (bluejeans) de la adolescencia, el azul turquesa del caribe, el azul nocturno del Ródano. Y también está el azul de Vang Gogh, el de Chagall, el de Rothko, el lapislázuli, el zafiro.

De lo que se trata con esta pequeña nota sobre el azul, es recordar que la vida sin color sufriría terriblemente, la memoria sin color se quedaría disuelta en la niebla de lo indefinido.   
Si tratas, por un instante de pensar en azul, es probable que puedas recuperar momentos vívidos y maravillosos. ¿Serías capaz de diferenciar los azules que te rodean de los que has andado?

Comentarios

  1. Es maravilloso el mundo del color. Me divierto asignando colores a las personas, a mis ideas, a mis sentimientos. Y efectivamente, el azul está siempre presente en lo que más amo. Gracias por ponerlo en palabras.

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