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Mostrando entradas de 2012

De la buena voluntad

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  “Tun, tu ¿Quién es? Gente de Paz, Ábrame la puerta que ya es navidad   Aguinaldo Venezolano   A veces pienso en aquella frase que dice que mientras más se conoce a las personas más se quiere al perro. Viendo a mi perro tiendo a afirmarla sin ambages. Pero de pronto me coge el temor de que su aceptación en contra del mundo humano me deshumanice a mí, ésta es la paradoja.   Cuando la tristeza o los desengaños tocan nuestra puerta se debe a que hemos abierto sin preguntar “¿quién es?” . Entonces se comportan como esa gente que viene a tu casa sin considerarte ni apreciarte pero que necesitan alojarse contigo. Gente que se aprovecha de tu hospitalidad y que luego se marchan disgustados porque no les diste lo suficiente. Esta situación nos debilita, confunde y ofende. No sabes cómo actuar y al final te vuelves como tu huésped, desagradecido.   ¿Qué ha pasado aquí? ¡De repente me escucho alabando a mi perro y maldiciendo a la humanidad! La cosa es

La nostalgia como visión de mundo

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“nostalgia de sentir tu risa loca…”     Somos seres irremediablemente anclados al pasado, es algo atávico y que justo por eso no se puede evitar. Se dice de vivir el presente –de eso ya he hablado y clasificado como una idea loca–, se dice de vivir proyectado o hacia el futuro, idea que no es loca pero que no se puede realizar sin una conexión con el tiempo actual. Y es por eso que siempre nos queda el pasado, siempre el pasado como problema. Ayer veía fotos de mi ciudad, de Caracas la bella. Alguno que no sea de allí dirá que exagero y que bella no es y tendrá razón: es caótica, peligrosa y sucia. Pero quien la ha vivido sabe de qué hablo. El caraqueño vive atado a su montaña que siempre y sin equivocarse le indica el norte, quizá por eso nos damos el lujo –muy a menudo- de perderlo. Vivir con esa montaña, vivir esa montaña vale todos los sacrificios, los peligros, los precios. Si tomas la Cota Mil , una autovía que la bordea hasta sacarte del valle puedes verla en toda

La contaminación de la palabra: comprender como misión

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"Pero lo más asombroso en la esencia del lenguaje y de la conversación es que   yo mismo tampoco estoy ligado a lo que pienso cuando hablo con otros sobre algo, que ninguno de nosotros abarca toda la verdad en su pensamiento y que, sin embargo, la verdad entera puede envolvermos a unos y otros en nuestro pensamiento individual." H.G. Gadamer “¿Qué es la verdad?     Cuando sentimos nuestra alma atribulada es lógico que busquemos un poco de comprensión. La necesitamos porque somos dialógicos, porque si no podemos decir lo que nos pasa ésto sencillamente resulta incomprensible. A mi mente vienen aquellos días de cuando enseñaba técnicas de entrevista . Para mí era tan obvio saber escuchar que no tenía ni idea que existían unas técnicas . Fue interesante descubrirlas y sobre todo ponerlas en perspectiva con otros enfoques que yo traía. Mi experiencia profesional y mi especialización en la filosofía es sobre diálogo e interpretación, por eso mi tesis doc

Vivir sin Filosofía

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      Un mundo sin filosofía es inconcebible por antinatural. Una de las primeras actividades complejas y gratificantes que aprendió el ser humano después de la religión y el arte, fue la filosofía. Y aunque se crea que esto no era importante para nuestra especie, el hecho de poder reflexionar, pensar en posibilidades imposibles y remotas provocó un milagro: ya no se ocuparía sólo de cosas inmediatas sino que también probaría la sensación del largo plazo, de lo que no se podía alcanzar ahora pero que a fuerza de un trazo seguro sobre el futuro podía dibujar la esperanza.   Como por arte de magia su vida se estiró y dejó de ser inmediatista y efímera para convertirse en algo más, una vida lanzada al futuro, al proyecto.   Dicho esto, vivir sin filosofía implica vivir en el presente absoluto, cosa que se ha puesto de moda a partir de una malísima interpretación del ‘vive el presente’, ‘vive el día a día’.   Vivir el presente   es la cosa más loca que he escuchado

Cocina con absoluto derroche

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En épocas de incertidumbre como la actual, además de sentirnos descentrados tenemos la tendencia de anclar nuestro pensamiento a lo apocalíptico. Los noticieros no nos dan tregua y la gente de la calle casi se conforma con repetir el desánimo. Esta repetición es una especie de convención social para mantenernos activos en el mercado del intercambio inter humano. Es como si cometiéramos un delito al no quejarnos y temiéramos ser estigmatizados de insensibles.   Negarse, sin embargo, a ver lo que ocurre a nuestro alrededor tampoco es una buena fórmula porque es cierto que hay gente desconcertada que necesita urgentemente de apoyo, ilusión y una ingente cantidad de solidaridad. Solidad no reglada, no de ‘onegés’, solidaridad de mirada compartida, de cuidado, de sonrisa y de esperanza.   Ayer, era domingo, mi espíritu se había levantado tranquilo aunque con un pequeño dolor de cabeza. Hice el café, su olor me despertó como siempre y me trajo a la mente tantos recuerdos. Mi ca

La Palabra y el mundo.

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“ −Cuando yo uso una palabra, dijo Zanco Panco con un tono de voz más bien desdeñoso, quiere decir lo que yo quiero que diga, ni más, ni menos. −La cuestión, insistió Alicia, es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. −La cuestión es, zanjó Zanco Panco, saber quien es el que manda...eso es todo". Lewis Carrol, Alicia a través del espejo.       Sobre el uso de los términos y de las palabras se ha escrito mucho. Cada día nos levantamos con un espectáculo de palabras que sucede en nuestra cabeza como un tiovivo de imágenes, sensaciones, apegos, antipatías.   Si el día es gris, entonces busco una narración para el día gris. Puede ser que me haga sentir melancólica o feliz. Su luz me puede impresionar o no y viéndola me pregunte qué significa para mí. Y en la respuesta a esa pregunta construyo mi mundo de ese día. Todo cambia si una palabra me invita a pensar o si mi cabeza está en silencio, de allí su importancia.   Liar

Narrador narrado

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  “Bíaha nau zev nau chachamu bamalla tacirupeca…” Anónimo “Para conocerse, hace falta poder imaginarse.” G. Rodari, Gramática de la fantasía   Este inicio de historia me deparó momentos maravillosos en mi tierna adolescencia. Era absolutamente singular el efecto que producía: risa, asombro y curiosidad. Lo último se entendía por la posibilidad de que pudiera acabar el cuento de La caperucita Roja con pelos y señales pero al revés. Era todo un reto para mí y mis desocupados amigos. Lo bueno, es que entre todos lo intentamos ¡y lo logramos, más de una vez!   Esta anécdota tiene que ver con el continuo presente de esta historia para mí y que he descubierto común a mis congéneres: ¡a todos nos gustan las historias! El gusto por ellas viene, por una parte de la participación que podamos tener, y por otra, del reto que supone para la memoria ir poco a poco apuntalando el edificio que se alza delante de nosotros. Vamos escuchando, y a la vez vamos transformando l

Del fracaso y otras sediciones.

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“Y sin embargo, nos empeñamos en mantenernos vivos tanto como podamos, igual que los niños que hinchan sus pompas de jabón hasta el límite, a ún sabiendo que van a estallar.” A. Schopenhauer   No conozco a nadie a quien le guste el fracaso, de hecho creo que todos nos pasamos la vida evitándolo. El fracaso en una relación, en un proyecto, en una prueba, nos confronta contra nosotros mismos. El fracaso toca una fibra que no toca su opuesto: el éxito. Quizá por eso valdría la pena pensar un poco sobre este asunto. El fracaso está ahí, no hay que darle vueltas. He leído muchas posturas sobre el fracaso, posturas que vienen de la filosofía y que están hermanadas con el pesimismo, especialmente el schopenhaueriano. Este pesimismo del que podemos encontrar múltiples versiones e interpretaciones sostiene que ser feliz consiste en comprender la miseria que nos toca, o al menos así lo entiendo yo. Sé que soy reduccionista, pero trataré de mostrar cuál es el uso actual que se

La política de lo cotidiano

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  “Son las horas más silenciosas las que anuncian la tempestad. Pensamientos con pies de paloma dirigen al mundo” Friedrich Nietzsche   Muchas personas, entre las que me incluyo, nos metemos poco en aguas políticas. No nos verán militando en ningún partido, aunque en circunstancias muy especiales seamos capaces de defender una ideología, candidato o posición frente a la necesidad. En muchos casos se nos llaman apolíticas , en otros somos sencillamente invisibles. Las personas apolíticas   no existen y las invisibles tampoco. Por ello, habría que hacer una reivindicación de todas aquellas personas que durante años se mantuvieron al margen y que, aún así, estaban manifestando una posición y haciendo política sin ruido. El ser humano es un −como dijo Aristóteles−   zoon politikón , un animal político. Ser político quería decir entonces pertenecer a la polis , o sea a la ciudad. El ser   humano vive de forma gregaria porque allí es donde ha descubierto que puede hacer fr

El rédito de la miseria

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Ayer fue un día hermoso. La ilusión nos despertó a todos, a los que seguían un camino y a los que se dejan arrear. Unos con trajes de estrellas, otros vestidos del color de la sangre. Pero , entre unos y otros relucía la esperanza, porque unos y otros son hijos de la misma madre, de la misma tierra que los vio crecer. La carencia o menesterosidad tan conocida por los griegos como ananké siempre estuvo ahí para ayudar a moldear el destino de los humanos.   La tradición clásica dice que la ananké es la madre de las tres moiras que son las diosas que tejen el destino de los hombres: una teje el hilo de la vida, otra lo mide y la última lo corta. Ananké (la necesidad)   es una divinidad primigenia autoformada que junto con Cronos (el tiempo) rodearon el huevo primigenio y lo dividieron en sus partes: agua, cielo, tierra.   ¿Por qué recuerdo esto? Porque los mitos nos ayudan a entender la realidad   ya que juegan con el orden simbólico.   El discurso del (de nuevo y por 20 años

Sobre la reconciliación

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En estos momentos los ánimos están caldeados y a la vez esperanzados. Por todas partes la gente se reúne, protesta. Las masas que no tienen porqué ser silenciosas ni anónimas toman conciencia de que el camino no es el enfrentamiento sino la reconciliación (véase las recientes protestas en España, y el proceso cívico de apoyo a los candidatos presidenciales en Venezuela).   La etimología de la palabra nos recuerda que se trata de hacer volver a alguien a la reunión, al ‘concilio’. El DRAE dice que reconciliar es: 1. Volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos; 2. Restituir al gremio de la Iglesia a alguien que se había separado de sus doctrinas ; 3. Oír una breve o ligera confesión; 4. Bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado; 5. Confesarse, de algunas culpas ligeras u olvidadas en otra confesión que se acaba de hacer; 6. Confesarse, especialmente de manera breve o de culpas ligeras. Como vemos su significado parece estar unido a lo tra